domingo, 19 de junio de 2016

SITUACIÓN VIOLENTA EN PUERTO AYACUCHO

SITUACIÓN VIOLENTA SE PRESENTÓ ESTE VIERNES EN COMERCIO CHINO DE LA AVENIDA ORINOCO DE PUERTO AYACUCHO.

Este viernes 17 de junio (2017) en la Casa Comercial Caribe Mas C.A. propiedad de comerciantes chinos se vivieron momentos delicados que deben ser analizados con propiedad para evitarlos en el futuro, porque la violencia no es buena consejera, ni siquiera en estos momentos difíciles que vive la república.
Tal vez no tengamos la totalidad de la verdad, sin embargo a través de varios testigos nos atrevemos a reconstruir parte de la verdad y hacer un llamado a la cordura y hacer los reclamos desde nuestras posturas ciudadanas.
 AMAZONENSES QUE HACÍAN COLA PARA COMPRAR HARINA DE MAÍZ

Una práctica que viene ocurriendo muchas veces y que en esta oportunidad se repitió, como se viene haciendo en muchas casas comerciales donde se venden alimentos regulados., por los tanto es bueno que los propietarios de casas comerciales que vendan alimentos regulados pongan su barba en remojo.
Este día viernes había una enorme cola por la venta de harina pan en la casa comercial señalada. Cuando ya se había avanzado en la venta, como ocurre muchas veces, los representantes del negocio señalaron que la mercancía se había terminado. Pero esta vez como muchas otras veces no fue verdad, todo lo contrario se reservaron importantes cantidades de alimentos, muchas veces por pedidos de los funcionarios de estado a quienes se le ha responsabilizado de mantener el orden. No nos oponemos a que ellos en forma limitada y estrictamente para su uso tengan acceso a los bienes alimenticios. Sin embargo notamos en nuestro contexto que los bachaqueros siguen vendiendo harina pan a pesar que Mercal y Pdval ya no venden alimentos abiertamente. ¿De dónde lo sacan?

Ese privilegio de reservarse alimentos en cantidades considerables fue la razón de la violencia que se vivió en la Avenida Orinoco de Puerto Ayacucho. Esto debemos tenerlo claro porque alguien podría pensar que fue un saqueo tradicional, cuando en realidad fue inducido.

Esto debe llevarnos a otros razonamientos y análisis sobre la situación alimentaria que estamos viviendo. Existen dos Venezuela, una opulenta, que no le falta nada, enriquecida fácilmente a través de acciones de corrupción o por posiciones en mando del estado. Se dice que hasta sus compras de alimentos las hacen en las vecinas islas del Caribe (Aruba y Curazao). La otra Venezuela, paupérrima (demasiado pobre) incluso hoy día también la integran los profesionales, a través de este proceso de destrucción de la clase media que ha ocurrido en Venezuela .

En virtud de todo esto debemos estar de acuerdo con el editorial de la Revista SIC Nº 785 de este mes de junio (2016) que plantea la necesidad de una rehabilitación integral de Venezuela. He aquí el texto que todos debemos leer y reflexionar en esta hora difícil de Venezuela.
Vamos por eso a centrarnos en la respuesta cristiana.

NECESIDAD DE REHABILITACIÓN INTEGRAL

No es la frustración ni el desánimo. Quien se deja llevar por ellos, se deja llevar por el mal espíritu, no por el Espíritu de Dios.
No es tampoco las ansias del desquite: el que la hace, la paga. Es cierto que tiene que acabar la impunidad y que hay que hacer justicia. Pero no es lo primero.
Lo primero es salir superadoramente de esta situación con el concurso de todos los actores sociales y los ciudadanos responsables. Si no hay algún tipo de acuerdo entre el Gobierno y la oposición que no puede ser, obviamente, un contubernio, sino un acuerdo público y trasparente, todas las energías de cada bando se agotarán en luchar contra el otro, y no quedarán energías para la prioridad que es el país, sus problemas perentorios.

La situación es tan grave porque el problema no son solo los políticos y, sobre todo, el Gobierno; el problema se ha generalizado porque a causa del desgobierno (de la opacidad del aparato, y de la discrecionalidad de los funcionarios y su complicidad con malhechores) hay demasiados ciudadanos implicados en delitos y más generalmente en la actitud de aprovecharse de la situación para su provecho privado, sin considerar el daño que se hace a los demás, tomando solo en cuenta que, como de hecho no hay normas que se cumplan porque la permisividad y la impunidad y más en general la discrecionalidad de los funcionarios son casi totales, cada uno es libre de hacer todo lo que sepa y pueda para favorecerse a sí mismo, con tal de que pague el peaje.

Este daño antropológico no demanda ante todo castigo, aunque no se puede dejar de lado la debida compensación. Vamos a razonarlo porque muchos conciudadanos, personalmente honrados y víctimas de un modo u otro de la situación, ansían ante todo que los culpables la paguen. Esto no es posible hoy porque Venezuela tendría que convertirse en una cárcel para confinar a más de un millón de culpables, y además los policías, que tendrían que ser los encargados de ponerlos presos, están en gran medida infectados del mismo mal, igual que los carceleros y no digamos nada de la mayoría de los jueces.
Por eso es imprescindible, como en el caso de Colombia, una justicia regenerativa. En primer lugar porque, como hemos insistido, no es viable una justicia meramente legal, aunque fuera completamente justa. Pero además, porque este daño antropológico no solo dificulta enormemente la vida social, sino que deshumaniza a los que lo causan. Por tanto, si no hay posibilidad de que estos ciudadanos se regeneren, el que no es viable es el país. Porque no son excepciones que confirman la regla, sino una minoría muy consistente que, hoy por hoy, da el tono al país; aunque gracias a Dios, no son, ni mucho menos, la mayoría.

La división, propia de la modernidad, entre lo privado y lo público y la consideración del encargado de lo público como agente social, dificulta enormemente procesar el problema e incluso reconocerlo como tal, es decir, como un problema de la sociedad, del país, y no como un asunto meramente privado. Solo cuando todo se destapa, hay que tomar medidas para calmar la indignación de la opinión pública. Bueno, eso era antes de Chávez; ahora ya, ni eso. Pero, al no reconocer la repercusión pública de la moral privada, no se arbitran mecanismos para que no llegue a suceder o para desestimular ese tipo de acciones y lograr así que sean mucho menos frecuentes.



Por eso mismo también es más difícil que pasemos del axioma “el que la hace la paga” a procurar seriamente la rehabilitación del culpable. Y sin embargo, nos tiene que entrar en la cabeza que requerimos una justicia regeneradora, que rehabilite a los culpables. Ahora bien, eso no será posible si no practicamos tan asiduamente la misericordia que acabe por llevar la voz cantante en nuestras vidas. El Principio misericordia nos rehabilitará como país. Este fue también el tono del mensaje Pascual del papa Francisco para Venezuela

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