SITUACIÓN VIOLENTA SE PRESENTÓ ESTE VIERNES EN COMERCIO CHINO DE LA AVENIDA ORINOCO DE PUERTO AYACUCHO.
 Este viernes 17 de junio (2017) en la Casa Comercial Caribe Mas C.A. 
propiedad de comerciantes chinos se vivieron momentos delicados que 
deben ser analizados con propiedad para evitarlos en el futuro, porque 
la violencia no es buena consejera, ni siquiera en estos momentos 
difíciles que vive la república.
 Tal vez no tengamos la totalidad
 de la verdad, sin embargo a través de varios testigos nos atrevemos a 
reconstruir parte de la verdad y hacer un llamado a la cordura y hacer 
los reclamos desde nuestras posturas ciudadanas.
  | 
|  AMAZONENSES QUE HACÍAN COLA PARA COMPRAR HARINA DE MAÍZ | 
 Una práctica que
 viene ocurriendo muchas veces y que en esta oportunidad se repitió,  
como se  viene haciendo en muchas casas comerciales donde se venden 
alimentos regulados., por los tanto es bueno que los propietarios de 
casas comerciales que vendan alimentos regulados pongan su barba en 
remojo.
 Este día viernes había una enorme cola por la venta de 
harina pan en la casa comercial señalada. Cuando ya se había avanzado en
 la venta, como ocurre muchas veces, los representantes del negocio 
señalaron que la mercancía se había terminado. Pero esta vez como muchas
 otras veces no fue verdad, todo lo contrario se reservaron importantes 
cantidades de alimentos, muchas veces por pedidos de los funcionarios de
 estado a quienes se le ha responsabilizado de mantener el orden. No nos
 oponemos a que ellos en forma limitada y estrictamente para su uso 
tengan acceso a los bienes alimenticios. Sin embargo notamos en nuestro 
contexto que los bachaqueros siguen vendiendo harina pan a pesar que 
Mercal y Pdval ya no venden alimentos abiertamente. ¿De dónde lo sacan?

 
 Ese privilegio de reservarse alimentos en cantidades considerables fue 
la razón de la violencia que se vivió en la Avenida Orinoco de Puerto 
Ayacucho. Esto debemos tenerlo claro porque alguien podría pensar que 
fue un saqueo tradicional, cuando en realidad fue inducido.
 Esto 
debe llevarnos a otros razonamientos y análisis sobre la situación 
alimentaria que estamos viviendo. Existen dos Venezuela, una opulenta, 
que no le falta nada, enriquecida fácilmente a través de acciones de 
corrupción o por posiciones en mando del estado. Se dice que hasta sus 
compras de alimentos las hacen en las vecinas islas del Caribe (Aruba y 
Curazao). La otra Venezuela,  paupérrima (demasiado pobre) incluso hoy 
día también la integran los profesionales, a través de este proceso de 
destrucción de la clase media que ha ocurrido en Venezuela .
 En 
virtud de todo esto  debemos estar de acuerdo con el editorial de la 
Revista SIC Nº 785 de este mes de junio (2016)  que plantea la necesidad
 de una rehabilitación integral de Venezuela. He aquí el texto que todos
 debemos leer y reflexionar en esta hora difícil de Venezuela.
 Vamos por eso a centrarnos en la respuesta cristiana.
 NECESIDAD DE REHABILITACIÓN INTEGRAL
No es la frustración ni el desánimo. Quien se deja llevar por ellos, se
 deja llevar por el mal espíritu, no por el Espíritu de Dios.
 No es 
tampoco las ansias del desquite: el que la hace, la paga. Es cierto que 
tiene que acabar la impunidad y que hay que hacer justicia. Pero no es 
lo primero.
 Lo primero es salir superadoramente de esta situación
 con el concurso de todos los actores sociales y los ciudadanos 
responsables. Si no hay algún tipo de acuerdo entre el Gobierno y la 
oposición que no puede ser, obviamente, un contubernio, sino un acuerdo 
público y trasparente, todas las energías de cada bando se agotarán en 
luchar contra el otro, y no quedarán energías para la prioridad que es 
el país, sus problemas perentorios.
 La situación es tan grave 
porque el problema no son solo los políticos y, sobre todo, el Gobierno;
 el problema se ha generalizado porque a causa del desgobierno (de la 
opacidad del aparato, y de la discrecionalidad de los funcionarios y su 
complicidad con malhechores) hay demasiados ciudadanos implicados en 
delitos y más generalmente en la actitud de aprovecharse de la situación
 para su provecho privado, sin considerar el daño que se hace a los 
demás, tomando solo en cuenta que, como de hecho no hay normas que se 
cumplan porque la permisividad y la impunidad y más en general la 
discrecionalidad de los funcionarios son casi totales, cada uno es libre
 de hacer todo lo que sepa y pueda para favorecerse a sí mismo, con tal 
de que pague el peaje.
 Este daño antropológico no demanda ante 
todo castigo, aunque no se puede dejar de lado la debida compensación. 
Vamos a razonarlo porque muchos conciudadanos, personalmente honrados y 
víctimas de un modo u otro de la situación, ansían ante todo que los 
culpables la paguen. Esto no es posible hoy porque Venezuela tendría que
 convertirse en una cárcel para confinar a más de un millón de 
culpables, y además los policías, que tendrían que ser los encargados de
 ponerlos presos, están en gran medida infectados del mismo mal, igual 
que los carceleros y no digamos nada de la mayoría de los jueces.
 
Por eso es imprescindible, como en el caso de Colombia, una justicia 
regenerativa. En primer lugar porque, como hemos insistido, no es viable
 una justicia meramente legal, aunque fuera completamente justa. Pero 
además, porque este daño antropológico no solo dificulta enormemente la 
vida social, sino que deshumaniza a los que lo causan. Por tanto, si no 
hay posibilidad de que estos ciudadanos se regeneren, el que no es 
viable es el país. Porque no son excepciones que confirman la regla, 
sino una minoría muy consistente que, hoy por hoy, da el tono al país; 
aunque gracias a Dios, no son, ni mucho menos, la mayoría.
 La 
división, propia de la modernidad, entre lo privado y lo público y la 
consideración del encargado de lo público como agente social, dificulta 
enormemente procesar el problema e incluso reconocerlo como tal, es 
decir, como un problema de la sociedad, del país, y no como un asunto 
meramente privado. Solo cuando todo se destapa, hay que tomar medidas 
para calmar la indignación de la opinión pública. Bueno, eso era antes 
de Chávez; ahora ya, ni eso. Pero, al no reconocer la repercusión 
pública de la moral privada, no se arbitran mecanismos para que no 
llegue a suceder o para desestimular ese tipo de acciones y lograr así 
que sean mucho menos frecuentes.
 Por eso mismo también es más 
difícil que pasemos del axioma “el que la hace la paga” a procurar 
seriamente la rehabilitación del culpable. Y sin embargo, nos tiene que 
entrar en la cabeza que requerimos una justicia regeneradora, que 
rehabilite a los culpables. Ahora bien, eso no será posible si no 
practicamos tan asiduamente la misericordia que acabe por llevar la voz 
cantante en nuestras vidas. El Principio misericordia nos rehabilitará 
como país. Este fue también el tono del mensaje Pascual del papa 
Francisco para Venezuela