ESTA ES UNA TRANSCRIPCIÓN FIEL Y EXACTA DE LA
ENTREVISTA QUE EL DIARIO “LA TERCERA” DE CHILE LE HIZO AL EX-EMBAJADOR PEDRO
FELIPE RAMIREZ, TAMBIÉN CONNOTADO MINISTRO DEL EXPRESIDENTE SALVADOR ALLENDE. ESTA
ENTREVISTA FUE PUBLICADA EL PASADO DOMINGO 15 DE ABRIL (2018)
LA CONVERSIÓN DEL EX EMBAJADOR DE BACHELET, PEDRO
FELIPE RAMÍREZ: “MI VISIÓN CAMBIÓ: VENEZUELA HOY ES UNA DICTADURA”
En
2014, Bachelet lo nombró embajador en Venezuela. Fue casi un regalo: Pedro
Felipe Ramírez, exministro de Salvador Allende, vivió su exilio en Caracas tras
un duro paso por Isla Dawson y otras cárceles políticas y era un reconocido
admirador de Hugo Chávez. Pero cuatro años cambiaron su visión.
“Cuando recibí a Freddy Guevara en la
embajada (diputado opositor a Nicolás Maduro) vino a reclamarme gente del
canciller Jorge Arreaza. Me dijeron ‘mire, nosotros lo respetamos porque usted
es ex ministro de Allende, pero no entendemos cómo usted está recibiendo gente
que está en contra de un gobierno de izquierda’. Le dije dos cosas: la primera
es que, por favor, no se compararan con el gobierno del presidente Allende,
porque nosotros en tres años no tuvimos un solo preso político y aquí hay
cientos y, lo segundo, es que cuando vino el golpe de Estado, a los que fuimos
ministros, senadores y diputados de la UP nos investigaron de arriba abajo para
ver si nos habíamos robado un solo peso. Y nunca hubo un solo juicio. Para qué
vamos a hablar de los niveles de corrupción”.
Hace casi exactos cuatro años, Pedro Felipe Ramírez (76 años)
embalaba sus cosas y partía a Caracas como embajador. Su ahora expartido, la
Izquierda Ciudadana, lo puso en la lista de candidatos y Bachelet se inclinó
por él. Todo un simbolismo para el exministro de Allende: Venezuela era el país
que lo acogió como su segunda casa tras una larga prisión política en Tres
Álamos, Isla Dawson y Ritoque. Esta vez, sin embargo, sabía que llegaba a una
Venezuela distinta, con una profunda fractura social y política y con el
recuerdo aún presente de Hugo Chávez, el conductor de la revolución bolivariana
al cual Ramírez admiraba y defendía a pesar de todo. “Me decían que era muy
chavista y me lo decían con razón”, dice.
Antes de partir, a Ramírez le preguntaron si creía que el gobierno de
Nicolás Maduro violaba los derechos humanos. “No me consta”, respondió corto y
seco, como respondería un disciplinado militante de la izquierda haciendo caso
a una máxima que dice que la defensa de la revolución se hace en público y la
crítica se hace en privado.
Cuatro años después, el hombre -y el
militante de izquierda- que se fue no es el mismo que regresó a Santiago.
Pedro Felipe Ramírez está de vuelta en su departamento en calle
Merced. Dice que no volvió para dar consejos, que él entrega información a todo
el que se la pide y que buena parte de los dirigentes de la izquierda que han
llegado a su casa con una posición a favor de Maduro y de su gobierno se van
con una impresión distinta. Y es que el exembajador regresó lleno de momentos
felices, pero también llegó con un convencimiento que comprobó en primera
persona: la situación humanitaria, especialmente de niños y enfermos, es
dramática. Peor aún, la corrupción del gobierno de Maduro está desatada y es a
todo nivel.
Hoy, a Pedro Felipe Ramírez Ceballos sí le consta: Venezuela es
una dictadura.
¿Cuál era la percepción de Venezuela que
usted tenía antes de llegar como embajador a Caracas?
Era muy chavista, no porque Chávez no
hubiera cometido errores; a mi juicio, el proyecto social tenía una intención
de llevar a la gente que estaba invisibilizada a una mejor situación de vida, a
ser protagonistas de su país, y eso me parecía loable y estaba apoyando ese
proceso. Sin duda que se cometieron errores. Primero, se tomaron decisiones
económicas equivocadas y, en segundo lugar, hubo algunas decisiones
autoritarias que no lo ameritaban, pero eso no invalidaba mi apoyo al proceso
revolucionario chavista, que mantuvo su espíritu hasta la muerte de Chávez.
Hubo avances notables. Desde luego, la Constitución es un documento notable, se
hizo a través de una Asamblea Constituyente participativa, fue un proceso
interesantísimo. Basta que lea una sola página, el preámbulo, y verá que es una
maravilla. Muchos programas sociales importantes también son parte del proceso,
pero lo clave es que a la masa pobre se le entregó protagonismo, que sean
personas, que tengan posibilidades de acceder a los beneficios que da su
patria. Esperaba que Maduro continuara eso.
Y después de cuatro años en Caracas y de
ver en primera persona la gestión de Maduro, ¿se sigue considerando chavista?
Pero no madurista, y no soy el único.
Hoy, en Venezuela no sé si hay más maduristas o chavistas. Muchos chavistas han
roto las relaciones políticas con Maduro, incluso algunos de ellos están
encarcelados, no sé si hay más chavistas contra Maduro que maduristas. No soy
una excepción.
¿Se desencantó del proceso?
Del chavismo no, del proceso tampoco, me desencanté del gobierno
de Maduro, que no siguió la vocación popular y democrática de Chávez. Estoy
seguro de que si Chávez resucitara y viera lo que está pasando en Venezuela,
seguiría los mismos pasos de los chavistas que hoy están encarcelados.
¿Qué vio que lo convenció de ponerse en
la oposición a Maduro?
Lo que más me duele de todo es la existencia de una crisis
humanitaria muy seria frente a la indolencia del gobierno. Chávez no podría
soportar ver esta situación y no hacer todo lo necesario para resolverlo. Eso
me parece inaceptable. Muchas otras críticas también tengo, pero la indolencia
ante esta situación es lejos lo peor.
Usted, que pudo vivir el día a día en
Caracas, en primera persona, ¿la crisis es como dicen que es?
Tal vez es peor. Como yo la vi, la sentí, tengo una percepción
que me afecta mucho en mi interior. De lejos, la noticia debe ser terrible,
pero yo tuve muchos contactos con gente que trabaja estos temas. Por ejemplo,
hay una organización que trabaja dos situaciones, niños con desnutrición aguda
y enfermos crónicos que no tienen dinero suficiente para poder atenderse. Gente
que tiene hipertensión, que se hace diálisis,
con VIH, con cáncer. Cuando me reunía
con ellos tenía que hacer un esfuerzo enorme para no llorar, incluso ahora me
cuesta… (se emociona unos segundos). Cuando te cuentan que hay niños que mueren
por desnutrición o están afectados de manera irreversible en su desarrollo, y
no sólo ellos, sino también los hijos y nietos de ellos, porque ese déficit lo
van a traspasar a las generaciones. Son niños que parece que han salido de un
campo de concentración nazi. Un enfermo crónico que me decía ‘estamos
trasplantados de riñón y sabemos que en seis meses más estamos muertos, porque
no tenemos los remedios’. Sume la migración, que es brutal, una fuga masiva.
Nos hemos beneficiado, porque está llegando gente con alto nivel educativo,
profesionales buenísimos. Y ahora está saliendo un montón de gente sin
recursos. Antes, los venezolanos llegaban a Chile en avión; ahora llegan por
tierra y son siete o nueve días de viaje. Y agréguele la inseguridad, una cosa
de todos los días. No me tocó porque voy en un auto con patente diplomática y
hace dos años que estoy resguardado por cuatro funcionarios de la PDI. El
gobierno, al darse cuenta de la situación que teníamos, envió un equipo. Pero
esa es mi situación, la mayoría de la gente vive una delincuencia muy violenta.
En Chile te roban un auto y te dejan partir, allá te roban el auto y también te
matan.
¿Venezuela es una dictadura
Sí, mi visión cambió: Venezuela hoy es
una dictadura. No es una dictadura de la crueldad ni la fuerza de la que
tuvimos acá. Cuando la gente compara hay que decir que no es lo mismo; en Chile
hubo campos de concentración, asesinatos, desaparecidos, hay que leer el libro
de Carmen Frei sobre su padre para entender lo cruel que fue la dictadura.
Tiene muchas cosas de una dictadura, pero no es igual a la nuestra.
¿La elección del 20 de mayo es un
fraude?
No me cabe ninguna duda de que es un fraude. Sigo insistiendo en
que no estoy seguro de que ocurra.
***
El exembajador frecuentaba en Caracas un restaurante en el que
pedía siempre el mismo plato: Lomito a la piedra. “Le traen dos pedazos de
carne cruda y una piedra incandescente y uno va cocinando en la mesa su propio
plato con unas salsas exquisitas. Esa carne debe ser medio kilo y cuesta $ 2
mil chilenos”. Si en 2014 había que esperar 40 minutos por una mesa, hoy, menos
del 10% de los sitios están ocupados. Si antes el problema era de
desabastecimiento, hoy el problema es el precio.
En el supermercado a veces faltan productos que son repuestos en
días. Ramírez podía llenar un carro para echar a andar la residencia de la
embajada, pero confiesa haberse sentido muy observado por los demás clientes,
que en sus cestas llevaban lo justo.
Una de las cosas que mejor funciona,
asegura, es el mercado negro, porque si uno tiene dólares en Venezuela puede
comprar casi cualquier cosa. Pero esa es una minoría, porque todo el resto
tiene que vivir con $ 60 mil, un cuarto del sueldo mínimo chileno.
¿Todo sigue funcionando más o menos
igual?
La mayoría sigue sobreviviendo, piensan que esta situación va a
pasar, se va a arreglar y va a volver a ser como antes. Y tienen razón. En los
centros comerciales la mayoría de las tiendas están vacías, hay más vendedoras
que clientes. Claro que hay algunos que han cerrado, pero mucho menos de los
que deberían. Uno ve locales vacíos, que no venden, y uno se pregunta por qué
no cierran. Sobreviven.
Con todo lo que observó, ¿cree usted que
la izquierda chilena debiera adoptar una posición más activa sobre Venezuela?
¿O replantearse, definitivamente, su posición respecto de Maduro o el chavismo?
Yo no le voy a dar consejos a nadie, el que quiera pedirme
información de cómo yo lo veo, estoy disponible para ello. Algunos me lo han
pedido, yo se los he dado, y en todos he visto un cambio de actitud, porque
saben que lo que yo digo es lo que veo y lo que estimo y creo, porque no tengo
ningún interés particular, salvo hacerle bien a Venezuela y a la región.
¿Lo llamaban de la Nueva Mayoría para
conversar la situación de Venezuela?
El que más me llamaba era mi compañero
Sergio Aguiló, también conversé con el PC y Guillermo Teillier. Yo les
informaba de la situación, pero el juicio lo hacen ellos.
¿Y con Bachelet?
No directamente, pero sé que estaba muy de acuerdo con lo que
hacíamos.
Lagos y Piñera también visitaron
Caracas. ¿Fue difícil congeniar esas agendas con el gobierno de Maduro?
No me complicaba. En el caso de Lagos, el único contacto que
tuve es que me llamó y me pidió que le mandara un informe, y aproveché que
justo estaba haciendo un informe para muchos amigos. Después comentó que era un
informe objetivo y serio y me agradeció. Y en el caso del Presidente Piñera, él
fue en dos oportunidades. La primera vez fue por un paso para ir a unos países
del Caribe para llevar la postura de Chile en La Haya, y la segunda vez volvió
a Caracas invitado por la oposición para reunirse con Leopoldo López. Lo fui a
buscar y a dejar al aeropuerto, y le pedí al gobierno que atendiera la
seguridad de él, cosa que ocurrió.
¿Conversó con Piñera?
Conversé con él varias veces, sobre todo
cuando estábamos en el salón VIP esperando las maletas o que subiera al avión.
Siempre estaba acompañado de Cecilia Pérez. Ahí descubrí que ella es simpática,
no es lo que se ve por televisión, que se ve una persona más dura, agresiva,
pero es muy simpática.
¿Regresará a la militancia activa?
Podría ser. Tengo cercanía con el grupo de la Izquierda
Socialista de Fernando Atria y tengo simpatía por algunos grupos del Frente
Amplio, en particular por RD y el Movimiento Autonomista. También tengo
admiración por Cristián Cuevas. Son gente muy interesante. He conversado
bastante con el presidente de RD, Rodrigo Echecopar, sobre Venezuela, y he
tenido contactos con Gabriel Boric, soy bastante amigo, tengo gran respeto por
él. Cuando era presidente de la Fech estuvo en mi casa varias veces.
¿Cuál es el mejor recuerdo de Caracas?
Las 16 despedidas que tuve y el cariño de la gente, su alegría
de vivir la vida.
¿Y el peor?
Fui a una farmacia a buscar un medicamento y había mucha gente.
De repente sale el químico y dice ‘señores, para ahorrar problemas, quiero
decirles que antibiótico para niños no hay nada’. Y sale una mujer gritando y
dice ‘¡qué voy a hacer! ¡Se me muere mi hijo!’. Yo lloré… (llora unos
segundos), fue muy duro.