MENSAJE CONJUNTO
DEL PAPA FRANCISCO Y DEL PATRIARCA ECUMÉNICO BARTOLOMÉ EN LA JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LA CREACIÓN
DEL PAPA FRANCISCO Y DEL PATRIARCA ECUMÉNICO BARTOLOMÉ EN LA JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LA CREACIÓN
1. La historia de
la creación nos presenta una vista panorámica del mundo. La Escritura revela
que, «en el principio», Dios quiso que la humanidad cooperara en la
preservación y protección del medio ambiente. En un primer momento, como se lee
en el Génesis, «no había aún matorrales en la tierra, ni brotaba hierba en el
campo, porque el Señor Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, ni había
hombre que cultivase el suelo» (2,5). La tierra nos fue confiada como un don y
un legado sublime, del que todos somos responsables hasta que, «al final»,
todas las cosas en el cielo y en la tierra serán recapituladas en Cristo (cf. Ef
1,10). Nuestra dignidad y bienestar humano están profundamente conectados con
nuestro cuidado por toda la creación.
2. Sin embargo,
«mientras tanto», la historia del mundo presenta un contexto muy diferente. Revela
un escenario moralmente decadente donde nuestra actitud y comportamiento hacia
la creación oscurece nuestra vocación como cooperadores de Dios. Nuestra
propensión a interrumpir los delicados y equilibrados ecosistemas del mundo,
nuestro deseo insaciable de manipular y controlar los recursos limitados del
planeta, y nuestra codicia ilimitada de ganancias en los mercados, todo esto
nos ha alejado del sentido original de la creación. No respetamos ya la
naturaleza como un regalo compartido; por el contrario, la consideramos una
posesión privada. Ya no nos relacionamos con la naturaleza para sostenerla,
sino que la dominamos para sostener nuestras propias invenciones.
3. Las
consecuencias de esta cosmovisión alternativa son trágicas y duraderas. El
medioambiente humano y el de la naturaleza se están deteriorando juntos, y este
deterioro del planeta recae sobre las personas más vulnerables. El impacto del
cambio climático afecta, ante todo y más que nada, a los que viven en la
pobreza en todos los rincones del mundo. Nuestra obligación de usar los bienes
de la tierra con responsabilidad implica el reconocimiento y el respeto de
todas las personas y de todos los seres vivos. La urgente llamada y el desafío
de cuidar la creación son una invitación dirigida a toda la humanidad para que
trabaje en favor de un desarrollo sostenible e integral.
4. Por tanto,
unidos en un mismo interés por la creación de Dios y reconociendo la tierra
como un bien a compartir, invitamos fervientemente a todas las personas de
buena voluntad a que el 1 de septiembre dediquen un tiempo de oración por el
medio ambiente. Con este motivo, queremos dar las gracias al Creador amoroso
por el gran don de la creación y comprometernos en su cuidado y preservación
por el bien de las generaciones futuras. Después de todo, sabemos que nuestro
trabajo es en vano si el Señor no está a nuestro lado (cf. Sal 126-127),
si la oración no está en el centro de nuestra reflexión y celebración. En
efecto, un objetivo de nuestra oración es cambiar el modo en que percibimos el
mundo para modificar la manera de cómo nos relacionamos con él. El objetivo de
nuestro compromiso es el de empeñarnos en alcanzar una mayor simplicidad y
solidaridad en nuestras vidas.
5. Hacemos un
llamamiento urgente a quienes ocupan puestos de responsabilidad social y
económica, así como política y cultural, para que escuchen el grito de la
tierra y atiendan las necesidades de los marginados, pero sobre todo para que
respondan a la súplica de millones de personas y apoyen el consenso del mundo
por el cuidado de la creación herida. Estamos convencidos de que no puede haber
una solución sincera y duradera al desafío de la crisis ecológica y del cambio
climático si no se da una respuesta concordada y colectiva, si la
responsabilidad no es compartida y responsable, si no damos prioridad a la
solidaridad y al servicio.
Vaticano-Fanar,
1 de septiembre de 2017
Papa
Francisco
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Patriarca Ecuménico
Bartolomé
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